Director/Directores: James Gunn, Alethea Jones, Greg Mottola
Año de Lanzamiento: 2025
Género: Comedia, Acción
Tras una primera temporada a la que me acerqué con cierta incertidumbre, y algo de distancia, por no saber exactamente qué me iba a encontrar, a pesar de James Gunn suele ser un valor seguro y tener debilidad por John Cena y su personaje, ya visto en The Suicide Squad, me encontré con una serie cargada de humor y con un tono perfectamente definido, marca de la casa del director. Esa primera temporada sirvió, una vez más, como ya me ocurrió con su reciente Superman, para callarme la boca y disipar cualquier duda que pudiera tener sobre Gunn. En cada proyecto suyo demuestra que domina el género, sobre todo cuando la historia necesita equilibrio entre acción y comedia. Una de sus señas más reconocibles son esas secuencias de acción acompañadas de momentos musicales que encajan a la perfección con el tono de lo que cuenta. The Peacemaker tiene todos esos elementos: acción, música, humor y emoción. Hemos visto escenas trepidantes, momentos donde la música se coloca como gran protagonista y un humor tan característico que ya solo puede firmar James Gunn. Y aun así, no sé por qué siempre me quedan dudas antes de ver algo suyo, hasta que vuelve a demostrar que no falla. Creo, sin duda, que esta temporada le da una vez más a James Gunn el reconocimiento que merece como alguien que sabe dirigir, como nadie, a un grupo de superhéroes. Aquí lo importante no son solo las peleas o el espectáculo visual, sino los personajes: cada uno con sus heridas, sus miedos y sus inseguridades. La serie habla de cómo esas fragilidades se entrelazan y de cómo el apoyo mutuo entre ellos se convierte en el verdadero superpoder capaz de solucionar cualquier conflicto externo e interno. A través del humor, consigue explorar temas muy serios como la soledad, la aceptación personal o la búsqueda del perdón, y lo hace sin perder el ritmo ni el tono. Esa combinación entre comedia y emoción es lo que convierte a The Peacemaker en algo especial. En esta segunda temporada estamos ante más, pero mejor. Si la primera sirvió para engancharme al personaje y disfrutarlo como un placer culpable, sin reinventar la rueda pero construyendo sobre la idea del grupo de inadaptados que ya había explorado en Guardianes de la Galaxia, aquí se da un paso más de manera firme. La ventaja de una serie es que dispone de más tiempo para desarrollar a sus personajes, y eso se nota. En la primera temporada veíamos cómo se formaba el grupo, cómo chocaban sus personalidades y cómo afrontaban las amenazas externas. En esta segunda, el grupo ya está asentado: se conocen, saben de qué pie cojea cada uno, y es ahí donde surgen los verdaderos conflictos internos y pueden mostrarse tal y como son. La serie evoluciona hacia algo más profundo, más emocional, sin perder su tono gamberro. Además, el humor en esta temporada está mucho mejor medido. Creedme, funciona de principio a fin. Es un humor sin filtros, cargado de tacos y referencias sexuales y cayendo en lo gratuito, cosa que me encanta. A eso se suma un conjunto de nuevos personajes que aportan frescura, tanto en lo cómico como en lo narrativo. Algunos actúan como aliados, otros como antagonistas, pero todos ayudan a seguir desarrollando los arcos del grupo principal. En cuanto a la trama, sin entrar en spoilers, la temporada juega con la idea de los universos paralelos. Y aunque este concepto está bastante gastado en el cine de superhéroes actual, aquí se aborda desde una perspectiva distinta. No se centra tanto en el espectáculo de los mundos alternativos, sino en lo que uno de esos mundo representa y significa para nuestro protagonista. Nos habla de aceptar quién eres, de valorar lo que tienes y de entender que no siempre lo que deseas en otro lugar sería mejor. Aunque comento que no cae en los mismos que el resto de películas del genero en el apartado de los mundos paralelos, aquí también hay hueco para esos cameos inesperados y sorprendentes. A priori podría parecer complicado tratar temas tan serios en una serie plagada de humor, pero precisamente eso la hace más potente. Los momentos cómicos no restan intensidad, sino que potencian esos instantes gracias al contraste. Las relaciones entre ellos, los choques de personalidad, la vulnerabilidad de cada uno… todo eso la hace profundamente humana. Es fácil empatizar con personajes rotos y contradictorios, mucho más que con los héroes perfectos de siempre. Ahí esta la magia y el corazón de esta serie. Si tuviera que ponerle un pero, sería el cierre del último episodio. No porque sea malo, de hecho, es un capítulo muy sólido y satisfactorio, sino por un momento final algo anticlimático. Da la sensación de que no han querido cerrar del todo la trama y han preferido abrir una nueva justo cuando parecía que todo terminaba. Entiendo que sirve como cliffhanger para el futuro del DCU, pero rompe un poco el tono final. Personalmente, creo que esa escena habría funcionado mejor como una secuencia postcréditos. Además, la introducción de esa nueva subtrama y en general todo lo que ocurre a lo largo del último episodio se siente algo acelerada, como si no hubiese estado planificada desde el principio. Por suerte, todo apunta a que podremos seguir disfrutando de este universo y de estos personajes. Recordemos que The Peacemaker fue uno de los pocos proyectos del antiguo DC Universe que James Gunn decidió mantener como canon en esta nueva etapa. De hecho, el primer episodio de esta segunda temporada incluye un pequeño cambio respecto al final de la anterior, precisamente para justificar esa integración dentro del nuevo universo. Es un detalle sutil, pero da coherencia a todo y abre la puerta a futuras historias que viendo el buen arranque con Gunn a los mandos promete horas de emoción y diversión. Por último, hay que destacar el tremendo trabajo actoral del reparto. Cada uno tiene su momento para brillar y dejar huella. Y, por supuesto, hay que mencionar a John Cena. Creo que durante mucho tiempo se le ha infravalorado, yo entre ellos, tildándolo de actor limitado a papeles cómicos de “tipo duro y tontorrón”, quizá por su pasado en la WWE. Pero esta temporada demuestra su crecimiento como intérprete. Logra equilibrar la comedia con la vulnerabilidad de su personaje y ofrece una interpretación sorprendente. Me alegra ver esa evolución, porque confirma que The Peacemaker no solo ha crecido como serie, sino también espero como escaparate para el talento de todos los que la componen. En definitiva, esta segunda temporada consolida a The Peacemaker como una de las propuestas más sólidas, entretenidas y humanas del actual panorama y una de las series del género que más he podido disfrutar. Y si algo deja claro esta entrega es que, entre tanto multiverso, tanto héroe perfecto y tanta épica vacía, aún hay espacio para historias que, entre risas y guitarras eléctricas, saben tocarte de verdad o al menos sacarte unas cuantas carcajadas tras un día algo gris. JoystickFilms