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NORMAL PEOPLE

Director/Directores: Lenny Abrahamson, Hettie Macdonald

Año de Lanzamiento: 2020

Género: Drama

VALORACIÓN FINAL

Una promesa que se diluye



Normal People es una miniserie de 12 episodios que adapta la novela homónima de Sally Rooney, considerada una de las autoras más influyentes de la década. La historia explora la compleja relación entre dos jóvenes irlandeses, Marianne (Daisy Edgar-Jones) y Connell (Paul Mescal), siguiendo su evolución a lo largo del tiempo con una mirada íntima y sensible.

Acompañamos a los protagonistas en distintas etapas de su vida, desde la adolescencia hasta la adultez universitaria, mientras la serie aborda temas como la dificultad de encajar en la sociedad y la consiguiente crisis de identidad, las inseguridades propias y hacia los demás, la desigualdad social, los traumas familiares y, sobre todo, la exploración de la sexualidad, la atracción física y la dificultad de amar, que se convierten en los verdaderos pilares del relato.

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Todos estos temas resultan especialmente potentes dentro de un contexto adolescente, lo que hacía que la serie mostrara una proyección muy prometedora en sus primeros episodios. Sin embargo, con el tiempo la trama se estanca. Aunque aspira a ofrecer una visión introspectiva y social de una relación en la era moderna, termina perdiendo frescura y se convierte en una sucesión de problemas, algunos de ellos poco comprensibles, que se resuelven de manera apresurada o forzada.

La pareja protagonista, aun así, está bien escrita, presentada y desarrollada. Su construcción resulta convincente, y en cierto punto de la historia el espectador siente que los conoce, que entiende cómo piensan y actúan. Este fue el papel que catapultó a Paul Mescal a la fama, pero personalmente considero que la interpretación de Daisy Edgar-Jones está por encima. La actriz posee la habilidad de transmitir lo que piensa y siente con la simple fuerza de la mirada, sin necesidad de pronunciar una sola palabra. Además, su personaje es, con diferencia, el más dramático de todos.

Aun así, merece la pena destacar la gran química entre los dos actores, probablemente uno de los puntos más sólidos de la serie. Sus personajes son inteligentes y emocionalmente complejos, aunque sus comportamientos parecen contradecirlo constantemente, y es ahí donde surgen los conflictos. A medida que avanzan los episodios y ya hemos presenciado varios momentos dramáticos que resumen lo que la historia puede ofrecer —como la primera ruptura y reconciliación de la pareja protagonista, sin entrar en detalles—, empieza a surgir la sensación de que no hay mucho más que añadir.

La representación del paso del tiempo en una relación adolescente, obligada a madurar y adaptarse a la vida adulta, está lograda, pero llega un punto en el que el espectador se pregunta hacia dónde quiere avanzar la trama y qué es lo siguiente. Esa respuesta nunca termina de llegar.

De hecho, de los 12 episodios fácilmente se podría haber reducido la serie a la mitad, ya que algunos apenas aportan carga argumental y repiten una y otra vez las mismas dinámicas, lo que acaba generando cierto desgaste.

A esto se suma el excesivo recurso a las escenas de sexo. Cada episodio dura apenas veinte minutos y, sin embargo, en todos aparece al menos una de estas secuencias —en algunos hasta tres veces—. La atracción entre los protagonistas queda clara desde el principio, pero la reiteración, aunque esté filmada con delicadeza, desvía la atención de aspectos más interesantes de la relación y llega un momento en el que resulta molesta.

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La serie cuenta con una diversidad de personajes secundarios con bastante potencial que, sin embargo, quedan desaprovechados. Un ejemplo claro son los familiares de Marianne, apenas esbozados, lo que deja la sensación de que falta contexto para comprender por qué son como son y cómo influyen en la psique de la protagonista, a pesar de su importancia en la trama.

Quiero destacar su tono realista e íntimo, sostenido en un ritmo pausado que apuesta por los gestos, las miradas y los silencios en lugar de recurrir a grandes giros dramáticos. Pese a estar dirigida a un público juvenil, evita los clichés habituales del romance adolescente... lo cual es algo a agradecer.

El montaje también aporta personalidad, con escenas breves, cortes rápidos y saltos temporales que buscan dinamismo y fluidez narrativa. A ello se suma un etalonaje de colores fríos que refuerza la atmósfera melancólica y triste que impregna toda la historia.

Soy consciente del fenómeno que generó la serie y de los millones de seguidores que conquistó, pero me da pena no haberla disfrutado al mismo nivel. Pensar en lo que pudo haber sido y en lo que finalmente es me enfada. Comienza con mucha fuerza y sabe engancharte para que quieras saber más, pero termina por volverse torpe en desarrollo y decepcionante.

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@PeliYManta_

Valoración individual