Director/Directores: Vince Gilligan
Año de Lanzamiento: 2015
Género: Drama, Crimen
Confieso que tenía miedo. Better Call Saul era una apuesta arriesgada. Breaking Bad había sido, durante años, mi serie favorita: una obra cerrada y casi perfecta. La idea de expandir su universo me provocaba una mezcla de curiosidad y desconfianza. Porque sí, Saul Goodman era un personaje inolvidable, pero también un secundario, alguien que funcionaba bien en pequeñas dosis dentro de ese universo formado por el gran Vince Gilligan. ¿Realmente tenía sentido convertirlo en el eje de su propia historia?Better Call Saul no empieza como muchos esperaban. Lejos de sumergirse directamente en el mundo del crimen, la serie toma un desvío: opta por la contención, por la calma. Nada de metanfetamina, nada de violencia gratuita ni grandes villanos desde el primer episodio. En su lugar, encontramos a Jimmy McGill, un abogado sin prestigio, sin clientes, que vive a la sombra de su hermano Chuck. Lucha por sobrevivir con pequeños casos y, más allá de eso, lucha por demostrar que es algo más.Cada puerta que Jimmy McGill intenta abrir se le cierra en la cara. Por eso, cuando recurre a pequeños atajos, al principio lo hace con cierta culpa, casi como un niño que quiere salirse con la suya sin hacer daño a nadie. El problema es que, cuanto más se acerca a ese mundo turbio, más cómodo empieza a sentirse en él. Empieza a verse con más potencial, con más poder, y entra en una espiral de la que es difícil salir.Tras 63 capítulos y seis temporadas, me quito la máscara y confieso. Cada minuto de este camino ha merecido la pena. En mi opinión, Better Call Saul no solo ha estado a la altura de su obra madre, sino que la ha superado. No solo me ha hecho disfrutar como espectador, sino que también me ha proporcionado algunas de las emociones y reflexiones más intensas que he experimentado frente a un producto audiovisual. Hay momentos de esta serie que se me han quedado grabados a fuego, tanto por lo que pasa dentro de la pantalla como por lo que me ha hecho sentir mientras la veía.A veces parece que Better Call Saul ya estaba escrita mucho antes de que Breaking Bad se conceptualizara. Su guion es de una solidez que cuesta creer, sin fisuras, tanto dentro de sí misma como en la forma en la que conecta con asombrosa precisión con el universo de Breaking Bad. Cada giro, cada decisión, cada detalle y objeto tiene un propósito. Aquí no hay cabos sueltos ni giros gratuitos. Todo respira coherencia y visión a largo plazo.Y si hay un nombre que sobresale detrás de todo esto, antes de adentrarnos en cada uno de los personajes de la serie, ese es el de Vince Gilligan. Su estilo es inconfundible:- El gusto por el detalle.- Los silencios que dicen más que los diálogos.- Esa capacidad para construir tensión incluso en una escena donde, aparentemente, no pasa nada.- Su respeto absoluto por cada momento. Su estilo, compartido con Peter Gould, co-creador de Better Call Saul, no se basa en el espectáculo, sino en la profundidad emocional. Aquí, los mayores movimientos se producen dentro de cada personaje y, a la par, dentro de ti.Otra de las cosas que hacen de Better Call Saul algo tan especial es cómo le da importancia a los detalles, incluso a los que al principio parecen no tenerla. Hay planos, objetos, escenas que pueden parecer simples... pero que acaban teniendo un peso brutal cuando todo encaja. No es solo que haya objetos con significado, es que la serie los trata como si fueran parte viva de la historia. Una botella, un muñeco, ... cosas pequeñas que, de repente, te cuentan más que un diálogo entero. Y lo mismo pasa con algunas escenas: secuencias que parecen no tener nada que ver con lo que está pasando, como una simple revisión en la frontera o una acción cotidiana, pero que luego, al avanzar la historia, adquieren otro sentido.Como ya he comentado, los primeros pasos de Better Call Saul se construyen a fuego lento. La serie no tiene miedo a alejarse del llamativo mundo criminal que podrías esperar tras venir de Breaking Bad. En lugar de eso, prefiere cocinar un plato más reposado, más íntimo, más humano. Las primeras temporadas se centran en presentarte su universo: sus personajes, sus entornos, sus códigos. Coloca con paciencia las primeras piezas de un puzle complejo o, mejor dicho, de un dominó en el que cada ficha que cae afecta a las demás. Nada está puesto al azar.Una de las cosas que más me sorprendió con el tiempo fue lo vivos que están todos sus personajes. Están conectados entre sí, sí, pero sobre todo están construidos con una profundidad brutal. Todos tienen un pasado; todos cargan con traumas, creencias, valores, manías, virtudes y defectos. Se mueven en una escala de grises tan rica que cuesta no sentir algo por cada uno de ellos, incluso por aquellos con los que, en principio, no compartes nada. Ninguno está idealizado ni resulta forzado. Son personajes que se sienten humanos, demasiado humanos.Y aunque no siempre compartas lo que piensan o hacen, hay algo en su carisma, o en una interpretación perfecta, que termina por atraparte. Porque aquí los personajes no son peones de la trama, son la trama.Sí, Jimmy McGill o Saul Goodman, o Gene Takavic es el protagonista de esta historia. Todo gira en torno a él. Es su transformación la que da forma a la serie… pero Better Call Saul no sería lo que es sin los demás. Porque esta no es solo la historia de un hombre, es la historia de todos los que orbitan a su alrededor. Cada personaje tiene su momento, su peso, su arco. No hay secundarios de relleno ni presencias decorativas. Aquí todos importan. Todos están escritos con una intención tan cuidada que por momentos puedes sentir que la serie se desvía del protagonista... pero nunca para perderse, sino para enriquecer aún más lo que cuenta. Cuando te das cuenta de que te importa tanto lo que le pasa a Kim, a Nacho, a Chuck, a Mike, o incluso a personajes que al principio parecían anecdóticos, es cuando entiendes de verdad que Better Call Saul juega en otra liga.
Aunque a priori Better Call Saul se presentaba como una precuela de Breaking Bad, en realidad funciona a la vez como precuela, presente y secuela. Su estructura temporal es uno de los mayores logros narrativos de la serie, ya que mezcla:- El pasado (la vida de Jimmy McGill antes de ser Saul Goodman).- El presente (momentos que ocurren durante los eventos de Breaking Bad, mostrando el otro lado de escenas clave desde la perspectiva de Saul).- El futuro (tras Breaking Bad, en escenas en blanco y negro donde usa una nueva identidad: Gene Takavic).¿Por qué el blanco y negro? Las escenas del futuro están rodadas en blanco y negro como símbolo de lo que ha quedado de Saul. Un hombre vacío, sin color, sin identidad. Representa su muerte simbólica tras los excesos, el crimen y la pérdida total del control. La historia arranca años antes de Breaking Bad. Jimmy McGill es un abogado carismático pero sin éxito y con un pasado como estafador. Intenta ganarse la aprobación de su hermano, Chuck, un abogado prestigioso que sufre una extraña enfermedad relacionada con la electricidad, aunque más adelante se entiende que tiene componentes psicológicos. Lo que Jimmy no sabe es que Chuck lo considera inferior y lucha en secreto para que nunca tenga éxito.Poco a poco, Jimmy se va hartando del sistema legal tradicional y empieza a tomar atajos morales, buscando el camino fácil mediante engaños, manipulación y su indiscutible carisma. Para completar su transformación en Saul Goodman, Jimmy debe traicionar y pisar a su hermano, exponiendo públicamente sus problemas mentales. Este acto definitivo marca la ruptura total con su identidad anterior. Así nace Saul Goodman, un personaje más vendible, un abogado showman para criminales y desesperados.Chuck, su hermano, lo señala en un momento: si algo no se le puede negar a Jimmy es que es muy trabajador e ingenioso. Cuando se le pone a tiro una oportunidad, va hasta el final, asumiendo todas las consecuencias con tal de conseguir lo que busca. Da igual lo que piensen los demás, da igual las puertas que se le cierren o los muros que deba trepar... llegará hasta el final, sea como sea.Esta actitud, en cierta manera envidiable, genera en la serie momentos icónicos, pensados y maquinados al detalle. Muchas veces son sencillos, pero por cómo se plantean, parecen planes de un genio que va a robar una cámara acorazada del banco más seguro de la historia.Ejemplos como el de cambiar a mano el número postal de unos documentos en una papelería o aquel en el que, con una labia increíble, logra que Tuco Salamanca acepte partirle una pierna a los hermanos patinadores en lugar de matarlos, son escenas que demuestran el tipo de genio que es Jimmy. No necesita pistolas. Solo le basta con palabras, con ingenio y con su don para dar la vuelta a cualquier situación. Y lo mejor de todo es que, tras conseguirlo, deja frases como: "Os he rebajado la condena de pena de muerte a seis meses de arresto domiciliario. Soy el mejor abogado del mundo"Breaking Bad nos presentó a Walter, un profesor que cae en una espiral negativa de la que no logra salir y que cruza en innumerables ocasiones líneas rojas. Esto contrasta con Jimmy. Es un tramposo, sí. Es egoísta, sí. Manipulador, sí. Un charlatán... también. Pero bajo Saul o bajo Takavic, no deja de ser Jimmy. Y su esencia no la pierde.Juega y bordea en numerosas ocasiones esas líneas rojas. Las pisa, tropieza con ellas y muchas veces arrastra con él a los más cercanos. Pero no es lo mismo. Jimmy juega a conveniencia o por supervivencia caminando por esa línea, pero al contrario que Walter hay límites que no cruza.A pesar de todo, es incapaz de matar, incluso si esto le supone un arresto. Un ejemplo claro: cuando en los últimos episodios tiene la oportunidad de eliminar a Marion (la anciana interpretada por Carol Burnett), que lo ha descubierto, Jimmy, ya como Gene, durante unos segundos parece que va a estrangularla, con el cable del teléfono y esto le daría la oportunidad de seguir libre pero no puede hacerlo. Titubea, la observa, y se detiene. Es entonces cuando ella logra activar su Life Alert y avisar a la policía. Ese momento lo define: incluso con todo en su contra, no puede matar, tiene valores.La forma de vestir de Jimmy McGill (y después Saul Goodman) no es un detalle menor, es parte de su personaje, su armadura, su disfraz. Jimmy empieza vistiéndose como lo que es: un abogado de clase baja, con trajes baratos, poco gusto, pero sin llamar mucho la atención. Es un hombre que todavía quiere ser aceptado dentro del sistema, que quiere demostrar que puede jugar con las reglas, que puede entrar al club de los "abogados de verdad". Pero ese traje no le queda cómodo. No es él.Con el nacimiento de Saul Goodman, esa estética explota. Trajes estridentes, combinaciones imposibles de colores, camisas con dibujos, corbatas horteras, joyas, peinados exagerados. Pero ese estilo responde a una lógica muy clara, quiere llamar la atención, quiere vender, quiere destacar. No le interesa ser respetado por el colegio de abogados. Le interesa que lo reconozcan los clientes que necesitan a alguien como él. Su imagen no busca respeto. Busca impacto.Su estética no tiene matices: es puro show. Un abogado que se anuncia en la tele con música pegadiza, con frases absurdas, y que convierte el sistema legal en un circo. Pero ese exceso esconde al Jimmy inseguro, al que nunca se sintió suficiente, al que su propio hermano trató como un fraude.Luego, cuando se convierte en Gene Takavic, toda esa fachada se derrumba. Se esconde bajo ropa gris e irrelevante. Desaparece. Pasa de los trajes horteras a un uniforme de trabajo de Cinnabon. No queda nada de Saul. Pero incluso así, cuando regresa a las andadas en los últimos capítulos, hay algo del showman que vuelve. La diferencia es que esta vez ya no lo hace por sobrevivir. Lo hace porque lo necesita. Porque sin ese personaje, no sabe quién es. Es simplemente impresionante como a pesar de ser una escena en blanco y negro eres capaz de ver los colores del traje en esa ultima y breve "aparición" de Saul Goodman esposado camino de su juicio al final de la serie. En este momento tienes ya interiorizado al personaje de manera perfecta. Más arriba mencioné a Tuco... uno de los personajes que regresa desde la serie original, y no es el único. Prácticamente todos los personajes principales vuelven a aparecer aquí. Algunos, como Tuco, solo están de paso durante unos pocos episodios, pero otros, como Mike, tienen un papel mucho más destacado, casi tan protagonistas como Saul. De hecho, todos los personajes importantes tienen un peso narrativo significativo, lo que permite profundizar en sus historias, sus valores y cómo evolucionan a lo largo del tiempo.Por ejemplo, descubriremos el origen de la famosa campana de Héctor, los antecedentes del imperio criminal de varios capos que en Breaking Bad son figuras importantes, la historia de ese ex policía que se convierte en la mano derecha de un narcotraficante, o las razones que llevaron a ciertos villanos a su dureza y poder.Como mencioné al principio, parece que esta serie ya estaba cuidadosamente guionizada incluso antes de que empezara Breaking Bad, porque no presenta fisuras y todo encaja a la perfección: las tramas, los personajes y sus evoluciones. Eso refleja un nivel de planificación y detalle que es difícil de encontrar en otras series.No quiero alargarme demasiado con esta parte, porque sinceramente podría tirarme horas hablando de cada uno de los personajes y aún así me dejaría cosas importantes sin mencionar. Pero sí que me apetece pararme "un momento" en algunos de ellos, al menos en los nuevos.Y empiezo con Chuck. El gran socio de un prestigioso bufete que, por si fuera poco, lleva su inicial en el nombre. Un abogado brillante... y un hermano terrible. Para ser sincero, al principio me costaba mucho conectar con él. Todo lo que giraba en torno a su figura me resultaba agotador, su enfermedad me parecía un lastre y me caía especialmente mal. Hasta que, poco a poco, entendí que ese rechazo era justo lo que la serie quería provocar en mí. Y lo había conseguido a la perfección.Chuck no es un villano clásico, pero sí es el mayor obstáculo de Jimmy. No necesita recurrir a la violencia ni formar parte de un cártel. Su manera de hacer daño es más sutil y mucho más cruel. Lo hace desde la condescendencia, desde una supuesta superioridad moral. Le basta con juzgar en silencio, con frenar sin decirlo. Se disfraza de buen hermano mientras, por detrás, sabotea cualquier intento de Jimmy por salir adelante. Y lo peor es que lo hace creyendo estar en lo correcto. Chuck no quiere a su hermano como igual; lo tolera como un error inevitable del sistema.Y claro, eso deja marca. Jimmy se rompe poco a poco al descubrir que, por más que se esfuerce, por más que cuide a Chuck, jamás será suficiente. Nunca estará a la altura para él. Y esa herida es la que acaba empujándolo a dejar de intentarlo. A asumir que si el mundo no lo va a aceptar como es, entonces se va a reinventar. Va a hacer las cosas a su manera. Así nace Saul Goodman. No como una simple evolución, sino como una respuesta a años de frustración, dolor y rechazo. Chuck, sin quererlo (o quizá queriéndolo), es quien lo lleva a cruzar esa línea. Es el que enciende la chispa.Vamos ahora con Howard Hamlin. El otro gran socio del bufete HHM. Joven, carismático, con buena planta, sonrisa de anuncio y unos trajes que probablemente cuestan más que mi coche. Lo ves y parece que lo tiene todo: éxito, reputación, un futuro brillante en el mundo del derecho. Hasta tiene un tono de color azul con su nombre. Pero esa imagen es solo la capa más superficial. En realidad, toda esa fachada está cuidadosamente construida. Es parte del personaje que Howard interpreta en su propio mundo. La serie, al principio, juega con nosotros. Nos lo pinta como ese típico niño rico, arrogante y clasista, que le cierra la puerta a Jimmy sin darle ni una sola oportunidad. También lo vemos como alguien que frena a Kim, que representa lo peor de ese sistema legal elitista y cerrado. Y sí, durante un tiempo nos lo creemos. Jimmy también se lo cree. Howard se convierte en la diana . Pero lo que está ocurriendo en realidad es que nos están distrayendo. Porque el verdadero problema está mucho más cerca de Jimmy. Está en casa. Está en Chuck. Con el paso del tiempo, Better Call Saul nos desmonta ese prejuicio. Descubrimos que Howard no era el enemigo. Que él estaba siguiendo instrucciones. Que sus decisiones, incluso las más cuestionables, venían dictadas por alguien más arriba. Y cuando por fin se libera de esa influencia, cuando empieza a actuar por sí mismo, vemos a otro Howard: más vulnerable, más humano... más solo también. Porque a pesar de tener dinero y una posición envidiable, arrastra inseguridades que ni todos los trajes de seda pueden tapar. Sufre. Tiene ansiedad. Va a terapia. Se esfuerza de verdad por hacer lo correcto. Es un humano más. Y aun así, Jimmy no lo perdona. ¿Por qué? Porque Howard simboliza todo lo que Jimmy siente que nunca podrá ser. Es el contraste doloroso: mientras Jimmy tiene que ganarse cada centímetro con trampas, sudor y en la calle, Howard parece volar por la vida, encajando perfectamente en un sistema que a Jimmy siempre lo rechaza. Y aunque en el fondo Howard sí ve potencial en él y en cierto momento incluso se lo dice esa diferencia de mundos es irreconciliable. Jimmy no lo soporta. Lo desprecia. Lo envidia.Lo más trágico es que Howard nunca fue una mala persona. Era tan solo una pieza más de este dominó. Alguien atrapado entre la imagen que debía mantener y lo que realmente sentía. Su destino, es una de las mayores tragedias de la serie y más inesperadas. Paga por las frustaciones y juegos del resto. He hablado antes de cómo Better Call Saul trae de vuelta a muchos personajes emblemáticos de Breaking Bad, y entre ellos, por supuesto, no podía faltar Gus Fring. Y voy a ser sincero, para mí, es lo único que chirría un poco. A ver, no me malinterpretéis. Giancarlo Esposito es un pedazo de actor y su trabajo en Breaking Bad fue brillante. Pero creo que el personaje ya está desgastado. Desde que saltó a la fama por este papel, ha repetido prácticamente el mismo registro una y otra vez en todo lo que ha hecho. Siempre el mismo tipo frío, calculador, impasible. Y en esta serie, simplemente sigue esa misma línea. No hay una evolución real. No hay un descubrimiento nuevo. Gus sigue siendo Gus. Su rol, sus motivaciones, su forma de actuar... todo sigue exactamente igual. Y ojo, sé que esto es más una percepción personal que un fallo de guion, pero aun así, me deja una sensación que no consigo quitarme de encima. En contraste total aparece Lalo Salamanca. Y aquí sí que no tengo ni una sola queja. Qué personaje. Qué barbaridad. De verdad, creo que en mi vida había visto a un villano causar tanto impacto con tan poco tiempo en pantalla. Lalo llega tarde en la serie, pero cuando aparece... todo cambia. Todo. Y lo más escalofriante es que lo hace con una sonrisa. Con una presencia casi seductora, que da auténtico miedo. Tony Dalton está absolutamente inmenso. Lalo es impredecible, encantador y terrorífico a partes iguales. Nunca sabes si va a invitarte a cenar y confia en ti o va a matarte. Y eso es justo lo que lo hace tan peligroso. Es un villano que consigue helarte la sangre con un gesto, con una mirada. Además, creo que Lalo cumple una función clave dentro del entramado de Better Call Saul, es la pieza que une los dos mundos que la serie construye en paralelo. El mundo legal, íntimo, emocional, de los abogados con Jimmy, Kim, Chuck y el mundo del crimen, de los carteles, de las decisiones que no tienen vuelta atrás. Cuando la historia da ese salto tras la caída de Chuck y la consolidación del personaje de Saul Goodman, es Lalo quien recoge el testigo del antagonismo. Es quien lleva el conflicto a otro nivel. Es quien vuelve todo mucho más peligroso. Y a diferencia de Gus, sí representa algo nuevo.No puedo ser objetivo con este personaje. Lo de Nacho ha sido, para mí, una de las mayores sorpresas de Better Call Saul. Es el ejemplo perfecto de cómo en esta serie cada personaje es, en realidad, el protagonista de su propia historia y tiene su momento de brillar. Interpretado por Michael Mando a quien ya conocíamos por dar vida a uno de los villanos más icónicos de la historia de los videojuegos, Vaas en Far Cry 3, llega aquí para hacer de lo que parece ser, en un principio, un "soldadito" más del cartel. Un tipo de mirada fría, pocas palabras y cara de tipo duro. Nada que no hayamos visto antes.Pero madre mía cómo engaña esa primera impresión. Detrás de esa fachada hay muchísimo más. Nacho es un joven que tomó malas decisiones, que se vio envuelto en el mundo del narcotráfico, por la falta de opciones, por un cúmulo de mala suerte. Pero, a diferencia de otros personajes, él nunca se rinde ante ese mundo. Desde el primer momento en que intuimos su conflicto interno, su humanidad empieza a asomar, y no deja de crecer. En el fondo, Nacho no deja de ser un sobreviviente, alguien que intenta encontrar una salida, donde las salidas no existen. Y ese deseo de redención se encarna en su relación con su padre. Su padre es su ancla moral, su razón para intentar salir del pozo, su línea roja. Y mientras avanza la historia, vemos cómo Nacho está dispuesto a hacer cualquier cosa, a jugarse la vida una y otra vez, solo para protegerlo. Le importa más su padre que su propia seguridad. Es, sin lugar a dudas, uno de los personajes más trágicos y nobles de toda la serie.Y sí, tiene un par de huevos bien puestos. Porque no para de jugársela. Desde su intervención que deja a Héctor Salamanca en silla de ruedas, hasta esa escena angustiosa donde abre la puerta de la hacienda de Lalo. Nacho es protagonista de algunos de los momentos más tensos de Better Call Saul.Lo que consigue la serie con él es increíble. Convertir a alguien que parecía estar en un segundo plano en una figura absolutamente central, que pone rostro al precio real de vivir en la frontera entre el crimen y la redención. Un tipo que, aun nadando entre narcos y asesinos, logra seguir siendo humano.Nacho Varga no es solo uno de los grandes personajes de Better Call Saul. Es, para mí, uno de los más inolvidables.Better Call Saul es Kim Wexler.Better Call Saul es Rhea Seehorn.La dejo para el final no solo porque es el personaje más importante y fascinante de toda la serie, sino porque es el más difícil de explicar. Kim me descoloca. Me resulta cercana y a la vez misteriosa. Intuyo sus motivos, sus miedos… pero no siempre puedo explicarlos. Y eso, lejos de ser un problema, es justo lo que la hace tan real.Kim arranca como la abogada impecable, inteligente, trabajadora, ambiciosa, metódica. Pero desde el principio intuimos que hay algo más. Algo dentro que lucha por salir. Un impulso de romper las normas, de desafiar lo establecido, de no conformarse con lo que “debería” ser. Y ese algo crece cuando está con Jimmy.La relación con Jimmy no es típica. Es una mezcla compleja de amor, admiración y peligro. Juntos forman una especie de burbuja donde pueden ser ellos mismos sin filtros. Donde se permiten jugar, retar al sistema, escapar. La famosa botella de tequila Zafiro Añejo lo simboliza, ese momento íntimo que mezcla deseo, juego y riesgo.Pero el problema es que ese juego tiene límites. Y Kim lo sabe. Sabe que lo que hacen tiene consecuencias, pero sigue. No por Jimmy. Sigue porque hay algo dentro de ella que también necesita ese tipo de caos. Una parte de ella que se rebela contra la imagen de perfección, contra el rol que le han impuesto. Y cuando todo estalla, cuando Howard muere, es ella la que toma la decisión más radical. Dejarlo todo.Deja a Jimmy, deja su carrera. Se convierte en una sombra. Años después, cuando la vemos en blanco y negro, vive una vida en la que no decide nada. Ni qué mayonesa comprar. Y solo entonces entendemos que su castigo no es una condena legal, es el vacío, la desconexión, el haber renunciado a sí misma. El reencuentro final entre Jimmy y Kim es doloroso y necesario. No hay perdón fácil, pero hay comprensión. Hay una última mirada que dice todo lo que las palabras no pueden. Porque en el fondo Better Call Saul no es una serie de crímenes ni de abogados. Es una historia sobre dos personas que se quieren, pero que no saben cómo salvarse mutuamente.Kim es el alma porque representa la lucha interna que todos llevamos dentro entre lo que somos, lo que queremos ser, y lo que estamos dispuestos a perder por el camino.Es una brujula moral. Cree en Jimmy cuando nadie más lo hace. Y aunque al final se pierdan el uno al otro, su relación es el corazón de esta serie. Una relación compleja y devastadora.
Dedicado a la mejor profesora del mundo. Y, sobre todo, a una gran amiga.A ti, Annalisa.Gracias por las conversaciones. Por el empujón. Por hacerme creer que esto podía ser posible.Un pedacito de todo esto también es tuyo. 💜