Director/Directores: Scott Cooper
Año de Lanzamiento: 2025
Género: Biopic
La moda de los biopics musicales sigue muy presente. Ya en el horizonte se ven llegar más y más proyectos que buscan adaptar a la gran pantalla la vida de artistas y grupos icónicos, con los de Michael Jackson y The Beatles como los más esperados. Sin embargo, hoy nos centramos en otro gran ejemplo que ha llegado hace escasos días a las salas de cine y que, desde ya, en mi opinión se sitúa entre los mejores del género: Springsteen: Deliver Me From Nowhere. La película se estructura en tres partes que se entrelazan con fluidez y que buscan abordar diferentes componentes que funcionan como pilares fundamentales dentro de la vida de The Boss: la infancia y el contexto familiar del artista, su faceta como músico y compositor, y su vida sentimental. Esta división ofrece una mirada más humana y completa del artista. Vamos a comentar brevemente cada uno de estos componentes: La historia comienza con un breve flashback de su niñez, donde se insinúa la figura de un padre maltratador. A lo largo del metraje se retoman estas escenas en distintos momentos, completando poco a poco un retrato doloroso y complejo de la relación entre ambos... además de dejar patente la influencia que esto tuvo en su obra. Dentro de su vida como artista le vemos en plena madurez profesional, cerrando una gira con varios éxitos a sus espaldas. Es en esta parte donde se explora con más profundidad su faceta como compositor. Además, se muestra a un Bruce Springsteen humilde, casi incómodo con la fama, que parece renegar de ella para centrarse únicamente en lo verdaderamente importante para él: la música. En esta película no se aborda toda su carrera musical, sino que se centra en la grabación del álbum Nebraska, en 1982. La tercera parte aborda su relación sentimental con una fan que además es madre soltera. Este vínculo permite conocer al músico desde una perspectiva emocional más cotidiana, alejada del escenario. A diferencia de otros biopics del género, aquí no hay espacio para los dramas de drogas o alcohol. Springsteen se muestra como un hombre sano y, en ese sentido, resulta refrescante ver una historia de éxito sin caer en la triste costumbre de ver una autodestrucción del artista. Uno de los personajes que más me han gustado y quiero reivindicar aquí es el del manager, llamado Jon Landau e interpretado por Jeremy Strong. En lugar de tomar el rol de figura egoista que solo mira por el dinero y sus intereses que suele aparecer en este tipo de relatos, se nos presenta a un hombre comprensivo, que actúa como apoyo constante y figura de confianza en la vida del cantante. Además, su figura nos sirve de ayuda para entender y profundizar en la psique de Bruce y a reforzar la sensación de autenticidad que atraviesa toda la película. Aun con todas sus virtudes, tengo que admitir que no he terminado de ver a Bruce Springsteen en Jeremy Allen White, a pesar de su gran trabajo de interpretación. Creo que es algo a nivel físico. También he echado en falta más secuencias dedicadas a la música en directo, a los conciertos, y a interpretar los grandes temas que definen al cantante. En conjunto, Springsteen: Deliver Me From Nowhere es una película sólida, muy bien estructurada y equilibrada en sus tres facetas. Ofrece una visión más íntima y personal del artista sin perder de vista su trayectoria y sus vínculos emocionales. Probablemente sea uno de los biopics más personales que he visto, y aunque no logra captar del todo el espíritu escénico de Springsteen, sí consigue acercarnos al hombre que hay detrás de la leyenda. @PeliYManta_