ACUSADO

La historia sigue a un joven que regresa a la casa de sus padres para cuidar del perro durante su ausencia. Lo que parecía un plan tranquilo se convierte en una auténtica pesadilla cuando, a raíz de un grave atentado que él no ha cometido, su vida se ve arrasada por una tormenta de odio y acusaciones alimentadas por las redes sociales. La cinta se sostiene sobre dos grandes críticas.

Por un lado, el racismo, los prejuicios y los estereotipos, tan arraigados que incluso el propio protagonista y su familia los tratan con humor, como si fueran algo socialmente aceptado; una normalización que la película señala con amargura.

Por otro, una crítica directa al poder incontrolable de las redes sociales: la facilidad con la que pueden generar olas de odio, la tendencia de los usuarios a juzgar sin detenerse a verificar y la peligrosa sensación de impunidad que ofrece el anonimato tras una pantalla. La película muestra también cómo, en las manos adecuadas, la información que circula por internet sobre cada uno de nosotros puede convertirse fácilmente en un arma, llegando a exponer datos tan sensibles como el lugar donde vivimos. Es cierto que este conflicto se presenta de forma deliberadamente exagerada para causar mayor impacto. El guion coloca al protagonista en el ojo del huracán de manera algo oportunista y lo retrata como el blanco de una masa radical, racista y carente de reflexión, sin excepción alguna.

Uno de los grandes aciertos de Acusado es su duración. Aunque los temas que trata buscan dejar poso, la película no se pierde por el camino en abrir arcos de personajes innecesarios o presentar múltiples conflictos. Su metraje es breve y va al grano desde los primeros minutos. Las interpretaciones resultan lo bastante convincentes como para sostener la tensión y hacer creíble la experiencia del protagonista.

A nivel técnico, estamos ante una película que no destaca en lo visual ni mucho menos en lo sonoro. La puesta en escena es sencilla y funcional, sin alardes de cámara o iluminación, y la banda sonora pasa totalmente desapercibida.

En definitiva, una obra que logra incomodar y plantear preguntas sobre los prejuicios, el precio de la exposición pública y el mal uso que se da a las redes sociales, capaces de destruir la vida de cualquier persona.

Lo mejor: Una duración muy acertada y un importante mensaje sobre el poder e influencia que tienen las redes sociales.

Lo peor: Un apartado técnico bastante justo y un film en general bastante olvidable.