Director/Directores: Matt Shakman
Año de Lanzamiento: 2025
Género: Acción, aventuras
Tras unos años de tropiezos y proyectos irregulares, Marvel Studios se encontraba con la necesidad de dar un golpe en la mesa. La expansión del universo a través de múltiples series y películas había diluido la conexión de la saga y, para muchos, el entusiasmo por la franquicia ya no era el mismo que en los tiempos dorados de Infinity War o Endgame (me incluyo). Por eso, Los 4 Fantásticos llegaba con la promesa y la necesidad de ser más que una simple película: debía ser un evento capaz de reconectar a los fans con la esencia del MCU y preparar el terreno para las próximas cintas de Avengers. Y, en gran parte, lo consigue. No era tarea fácil. La “Primera Familia” de Marvel había tenido ya dos adaptaciones cinematográficas previas con resultados poco alentadores: las películas de principios de los 2000, y la versión más reciente, con Michael B. Jordan en el reparto, que quedó rápidamente en el olvido por motivos más que evidentes. Esta vez, Marvel apostaba fuerte para hacer justicia a estos personajes y ofrecerles por fin una representación digna. Si algo hay que reconocerle a Los 4 Fantásticos es su propuesta visual. Desde el primer fotograma queda claro que se ha puesto mucho cariño en la ambientación retrofuturista, inspirada en los años 60, con un estilo colorido y elegante que recuerda a los cómics originales. Esta estética dota a la película de personalidad propia dentro del MCU. Los escenarios, la fotografía y el vestuario funcionan como un homenaje al legado de Jack Kirby. El reparto fue una de las grandes sorpresas de esta producción: Pedro Pascal como Reed Richards, Vanessa Kirby como Sue Storm, Joseph Quinn como Johnny Storm y Ebon Moss-Bachrach como Ben Grimm. La química entre ellos es innegable y, desde los primeros minutos, transmiten la sensación de que estamos ante una verdadera familia. Cada uno brilla a su manera, pero si hay alguien que se lleva la película es Kirby. Su Sue Storm es el corazón emocional de la historia, la verdadera líder del grupo y la que ofrece las escenas más conmovedoras. A nivel musical, Michael Giacchino vuelve a firmar un trabajo impecable. La partitura acompaña y eleva los momentos más importantes de la cinta, pasando de la emoción al espectáculo con facilidad. De entrada, fue todo un acierto por parte del estudio contar con él. En cuanto a la historia, la película acierta al presentar de forma clara y dinámica los orígenes de estos héroes, de manera que incluso quienes no están familiarizados con ellos puedan engancharse. Mientras te cuentan todo, te vas adentrando en el universo creado y todo se siente muy orgánico. Sin embargo, hay un aspecto clave que se queda muy por debajo de lo esperado: hablo de Galactus. Su presencia es el gran punto débil de la película. Durante años, desde los eventos de Endgame, todo apuntaba a que Galactus sería el sucesor natural de Thanos. Su figura aparecía constantemente en rumores y filtraciones y se le situaba como el enemigo final de toda la nueva fase del MCU. Finalmente, el elegido fue Kang y, tras los problemas que ha habido con el actor de Kang, ya sabemos que será Doctor Doom (interpretado nada menos que por Robert Downey Jr.) el verdadero villano central que unirá todas las piezas. Eso relega a Galactus a ser usado únicamente para esta película, al menos de momento, como carta de presentación de los Cuatro Fantásticos. ¿El resultado? Un villano totalmente desaprovechado. Visualmente sí, es impresionante, un coloso que impone respeto desde su primera aparición, pero su construcción como personaje es plana y vacía. No sabemos quién es, no conocemos sus motivaciones, no hay desarrollo ni contexto. Es simplemente un ser gigantesco que destruye a su paso. Y eso, después de haber tenido a un Thanos que durante varias películas nos permitió comprender su lógica, empatizar (aunque fuera de forma retorcida) con sus motivos y temer de verdad su poder, se queda muy corto. Las escenas de combate contra él son otro reflejo de este problema. No hay grandes momentos corales ni combinaciones creativas entre los cuatro héroes. No se siente esa estrategia de equipo, esa tensión de tener que colaborar y coordinar sus poderes. Lo que vemos son escenas en las que Galactus avanza como un titán, destruyendo edificios, y ellos responden de manera más o menos aislada. La acción nunca llega a ser épica ni tiene la sensación de que los héroes estén superando juntos algo imposible. Y esto, tratándose de un enemigo de esta magnitud, pesa mucho en el resultado final. Este punto contrasta, sin embargo, con la presencia de Silver Surfer, mucho más interesante y dinámica. Sus escenas de acción están muy bien coreografiadas y ofrecen algunos de los mejores momentos de la película. Su pasado se menciona de pasada, pero deja ganas de verlo explorado con más calma en el futuro.
Uno de los grandes conflictos de la película gira en torno a Franklin Richards, el hijo de Reed y Sue. La llegada del niño altera por completo la vida de los protagonistas, y la película explora cómo incluso una familia de superhéroes debe enfrentarse a los mismos dilemas emocionales que una familia común. Franklin no es solo un elemento emocional, es también el centro de la amenaza de Galactus, que desea hacerse con él para liberarse de su maldición. El problema es que esta premisa apenas se desarrolla. No se nos explica qué quiere exactamente Galactus del niño ni por qué Franklin es tan especial. Si no conoces los cómics, no entenderás del todo su relevancia. Y si los conoces, te quedarás esperando una profundidad que nunca llega. Galactus simplemente quiere al niño, pero no se justifica por qué. El dilema moral está claro: ¿vale la vida de un niño más que la de todo un planeta? La película lo plantea, pero lo resuelve demasiado rápido. Los Cuatro Fantásticos, como es lógico, no están dispuestos a entregar a pequeño nuevo integrante de la familia, y de ahí nace el enfrentamiento con Galactus. Sin embargo, la resolución del conflicto es torpe. Se idea un plan para crear un portal y enviar a Galactus a otra parte del universo, aislado y sin su nave. El clímax consiste en engañarle y empujarle dentro del portal, en una batalla más basada en la distracción y la astucia que en una verdadera confrontación épica. Esto ocurre porque Galactus supone por sí mismo una amenaza mayor de la que son capaces de abordar. Esto obliga al guion a buscar esta salida como única forma de derrotarlo. Resulta difícil imaginar una batalla coherente contra este villano incluso con un equipo de Vengadores: ¿qué harían una telaraña o un escudo de Capitán América contra semejante enemigo? Tal vez hubiera sido más interesante tratar solo a Silver Surfer como villana más terrenal y dejar a Galactus para otro evento mayor, o incluso terminar la cinta con la victoria de Galactus y los Cuatro Fantásticos viéndose obligados a buscar ayuda en el resto del universo MCU. Eso habría dejado clara la verdadera diferencia de poder que existe entre ellos y la amenaza real que supone Galactus, y además encajaría bien con los acontecimientos mostrados en la escena poscréditos de Thunderbolts. Pero al final, es el poder de una madre a punto de perder lo que más ama, su hijo, lo que acaba inclinando la balanza. Sue Storm, agotada, consigue empujar a Galactus dentro del portal usando sus últimos restos de energía. Y justo cuando parece que no lo logrará, aparece Silver Surfer, que se sacrifica para dar el golpe definitivo y acompañar al villano dentro del portal. Se trata de un desenlace previsible, con un sacrificio anunciado desde la mitad de la película, y que deja poco impacto. Tras el esfuerzo final, Sue muere… pero no de forma permanente. Su hijo, Franklin, revela sus poderes por primera vez y resucita a su madre en una escena que tampoco sorprende y que pierde parte de su peso dramático. Tampoco termina de destacar Pedro Pascal como Reed Richards. Su interpretación es correcta, pero contenida, con poca presencia carismática. En ningún momento se transmite la idea de que estamos ante la mente más brillante del planeta, ni se le da espacio suficiente para lucirse con soluciones o ideas geniales. Quizás esta elección narrativa busca mostrar a un Reed superado por la paternidad y emocionalmente desbordado, pero se echa en falta ese intelecto único que define al personaje.
Podríamos decir que Marvel Studios no está atravesando su mejor momento. Una falta de planificación clara, sin un rumbo realmente definido, unido a un nivel medio de calidad inferior al que nos tenía acostumbrados, y una crisis interna en el departamento de efectos visuales provocaron un descenso en taquilla y una cierta caida en popularidad. Anoche, fue el turno de Los 4 Fantásticos: Primeros Pasos. A pesar de sentirme desencantado con el producto que viene ofreciendo el estudio en estos últimos años, tenía una espectativa y emoción considerable por ver una nueva película de la primera familia de Marvel. Desde los primeros tráilers y pósters oficiales se palpaba una dirección artística refrescante, ubicada en una era retro futurista durante los años 60 y sustentada por uno de los mejores repartos de actores con el que ha tenido la suerte de contar Marvel Studios en su historia: Reed Richards (Pedro Pascal), Sue Storm (Vanessa Kirby), Johnny Storm (Joseph Quinn) y Ben Grimm (Ebon Moss-Bachrach). Junto a ellos, en el equipo técnico, destacaba en la silla de dirección Matt Shakman que había trabajado previamente en Juego De Tronos, Fargo, Succession, The Boys y Wanda Vision y por otro lado a Michael Giacchino como compositor de la banda sonora. Este despliegue era una declaracion de intenciones para volver a la senda del éxito, y lo han conseguido. Hacía mucho tiempo que una película de superhéroes no conseguía atraparme y hacerme sentir tantos tipos de emociones a lo largo de su historia. Creo que, haciendo memoria, la última vez que me pasó algo así fue con Spider-Man: No Way Home. En sus primeros minutos, se da un contexto muy ameno sobre sus origenes y de como obtienen sus poderes. Sin querer encallarse en ello, está integrado de forma muy inteligente. La historia transcurre durante el cuarto aniversario de la innauguración del equipo, por lo que se nos muestra como la sociedad les tiene reconocidos y muestra afecto hacia ellos. Una vez tiene planteadas las bases, no sé si haciendo un uso metafórico o no, la película entra en faena y despega, convenientemente, junto al despegue en busca de Galactus para negociar con él. Pues, (y esto lo sabemos desde los tráilers), su intención es devorar la Tierra. Sin entrar en spoilers, la trama a partir de aquí cuenta con dos componentes que se entrelazan y que cuentan con la fuerza suficiente como para mantenerte enganchado hasta su desenlace. Estos dos componentes son: Galactus y Franklin Richards. Hay un equilibrio coral de peso protagonista entre los cuatro héroes, algo que me encantó, pero tengo que decir que la verdadera líder es Sue Storm. Todas las escenas emotivas lo son gracias a ella, y la presencia en pantalla que tiene Vanessa Kirby la convierte en lo mejor de la película. Así de claro. Galactus se siente imponente. Está muy bien recreado, y su aura recuerda a la que desprendía Thanos en su día. Algunos pueden sentirlo desaprovechado debido a su infinito potencial, pero yo me lo tomo como una mera introducción al personaje de cara a proyecciones futuras. Personalmente, la relación entre Galactus y Silver Surfer me recordó en su presentación conjunta a la que vimos en Star Wars Episodio VII: El Despertar De La Fuerza entre Snoke y Kylo Ren. En cuanto al humor, siempre es un miedo al que me tengo que enfrentar cuando voy a ver una película de Marvel, pues me cuesta mucho entrar en él y lo normal es que me saque de la película. Una parte de la personalidad de Johnny Storm y su relación con Ben Grimm se basa en el humor y en meterse uno con otro constantemente, por lo que no sabía qué encontrarme. Para mi sorpresa, está comedido y correcto. Incluso llegué a sonreír en algún momento. Otro de los puntos delicados son los efectos visuales. Hemos tenido muchos altibajos en estos últimos años a lo largo de sus películas y series, y la verdad es que aquí demuestran un muy buen desempeño, salvo lo que respecta al bebé. Quiero romper una lanza en favor de este apartado técnico, puesto que para mi sorpresa, la gran escena de acción final transcurre a plena luz del día... sin recurrir al viejo truco de enmascararlo todo de noche. Descubrí a Michael Giacchino en Lost, una de mis series favoritas, y desde entonces siempre me ha gustado su trabajo... por lo que en esta ocasión no podía ser de otra forma. Tan épica como sentimental... refleja muy bien el espíritu y los valores de esta familia, y se sabe adaptar y potencial lo que sea que se está mostrando en pantalla. Además, me está ayudando escucharla para que me salgan las palabras en este mismo momento. Quiero también destacar el detalle visual de respetar el código de color de azules con blancos a lo largo y ancho de la cinta. Le da empaque y visualmente queda muy bonito y armónico. Estoy muy contento de haber disfrutado tanto de esta película. Junto a F1 The Movie es la que más he vivido en el cine durante lo que llevamos de año. Por cierto, tiene dos escenas postcréditos, y la primera de ellas abre la puerta a la traca final de la saga que llegará con Avengers: Doomsday y Avengers: Secret Wars. ¡La mejor Marvel está de vuelta! @PeliYManta_